Desde hoy y hasta vencer, a proyectar nuestra lucha
Equipo La ChispaI. Sobre la situación política nacional
Este año se ha desplegado una cantidad de gente impresionante que ha superado todo los análisis previstos, ante lo cual las organización y el activo político a tenido que adecuarse, acomodarse y re-acomodarse ante los diversos sucesos que pasan por delante de ellos. En realidad es imposible prever pura y objetivamente los escenarios, porque la previsión política no es un acto de adivinanza, la previsión no es más que apuntalar bien la mirada y concatenar el presente con el pasado, es decir identificar el proceso, sus elementos permanentes y fundamentales. Este es el primer aspecto a tener en cuenta ¿Qué significado tiene esta coyuntura o que representa realmente dentro del proceso histórico y político concreto?
a) La masividad histórica y el ánimo movilizado
Como base para leer el escenario actuar podemos recapitular algunos hechos políticos puntuales:
1) El 2006 (Ley de financiamiento) termina una de las fases de instalación definitiva del modelo neoliberal y mercantil por medio del ingreso directo del capital financiero en nuestras aulas y la profundización del endeudamiento familiar como uno de los pilares fundamentes del sistema educacional.
2) 2008 comienzan las discusiones abiertas dentro del bloque dominante sobre una serie de reformas de segunda generación para ajustar elementos del modelo. Se instala la Agenda de educación superior para el Modelo. El efecto directo de esto fue una consultaría a la OCDE, que se publicará el año 2009.
3) 2010 Piñera apuesta por conducir el proceso de reforma a la ESUP y lanza su agenda propia que concretiza los elementos ya esbozados en los gobierno anteriores y sustentados por los intelectuales del poder.
4) Lavin abre concretamente el escenario al plantear el año de la educación superior a fines del 2010 y lanzarlo oficialmente el 2011 junto al CRUCH.
5) Los estudiantes comienzan a manifestar su rechazo a esta propuesta (aún poco clara) y a estructurar el movimiento.
6) Luego de la primera marcha masiva, producto de una serie de elementos contingentes que alimentan el número de manifestantes, se comienza a dar ruedo a este movimiento.
Si situamos al movimiento en un contexto específico, en un análisis de las fuerzas que operan en un período determinado, el primer hecho que podemos destacar es que este es el primer conflicto que se inscribe al interior de la universidad neoliberal consolidada y que gracias a una serie de elementos coyunturales internos a la propia movilización se fue generando un proceso movilizador masivo y mediático. Este primer conflicto es el inicio desde donde es posible proyectar luchas futuras, principalmente desde las fisuras que se comienzan a hacer más evidentes: endeudamiento, precarización del conocimiento, segmentación educativa, etc. El modelo educacional por su consolidación expresa de forma más abierta sus contradicciones corriendo el cerco de lo posible ante el hecho de un proceso de privatización ya zanjado, que expresa problemáticas diferentes al mero hecho de la reivindicación economicista y/o anti-privatizadora.
Dentro de este mismo marco orgánico el movimiento estudiantil ha sido sorprendido por una coyuntura que ha sobrepasado tanto a las dirigencias, a todo el activo político, e incluso a las mismas previsiones del conjunto de los estudiantes movilizados. El movimiento ha funcionado como una bola de nieve que se ha alimentado por diversos conflictos, intereses, consignas y posiciones, en donde la dispersión, a pesar de estar oculta en el ímpetu movilizador, es un producto directo de la desarticulación del movimiento estudiantil como fuerza.
Estos mismos hechos, sumado a la serie de elementos coyunturales que se fueron presentando al calor de la lucha, ha construido un escenario, que en todas sus falencias y potencias, resulta por lo menos interesante. Creemos que es el inicio de un ciclo interno para el movimiento estudiantil desde donde es posible visualizar y proyectar luchas futuras, quizás de mayor alcance.
La masividad histórica del movimiento y su valoración positiva por parte de la opinión pública han ido generando un efecto en la sociedad entera. Se ha ido instalando una subjetividad movilizadora que también se ha ido alimentando, muy embrionariamente, desde un modelo que comienza a mostrar cierta incapacidad para resolver las contradicciones intrínsecasa su funcionamiento explotador, generando cierto malestar en diversos segmentos del pueblo trabajador. Malestar que aún no tiene expresión clara, ni siquiera una manifestación visible por medio de alguna forma de activación social.
Esta misma masividad es un motor para el proceso. Cada semana fue sumando nuevos contingentes y sobretodo nuevos sentidos a la movilización, los cuales giran principalmente en un malestar (a veces contradictorio) en contra del gobierno y la política en general, las promesas incumplidas de movilidad social y un deseo difuso por mayor protección del Estado. Este malestar incipiente, que comienza a estructurarse en base a las contradicciones objetivas del modelo educacional actual, aún no cuaja o encuadra, ni social ni políticamente, con el principal descontento que hoy atraviesa a los sectores más pobres de la clase trabajadora: Alza del costo de la vida, recorte de bonos y problemas con la política social, precarización laboral y bajos salarios.
Pero el descontento es claro (y no solamente en los universitarios) lo que se amplifica por la incapacidad del sistema político para incluir al pueblo trabajador y sus aspiraciones; lo que no puede ser leído como una crisis de representación o gobernabilidad al menos que creamos que el sistema político capitalista puede incluir real y sustancialmente a las mayorías sociales en sus prerrogativas. Esta exclusión del sistema político en general, y el régimen democrático en particular, junto a su claro carácter anti-popular es parte de la estructuración específica del sistema de dominación capitalista, y por tanto base de su funcionamiento (contradictorio) natural. Pero este factor que parece obvio desde una mirada más estructural no lo es tanto a nivel coyuntural: la retirada de la Concertación y su manifestación dispersa en el escenario general, sumado a la debilidad del diseño estratégico del gobierno, y sumado, por último, al descontrol de la movilización estudiantil, ha favorecido que esta baja representatividad del sistema político cree un espacio donde en ciertos momentos se perdió la capacidad de conducción. Un hecho concreto de esto es que hasta hace 3 semanas la concertación no se presentaba en el escenario y el gobierno no era capaz de recuperar el control y la iniciativa.
Esta franja de descontento activo, que es masivo, pero no mayoritario aún abre tres escenarios posibles:
a) La retoma de iniciativa del bloque político dominante para, re-acomodar, reforzar y sellar el consenso estratégico entre su doble faz.
b) El surgimiento de un nuevo intento de estructuración del progresismo, que va desde la reconversión de la oposición oficial y sus anexos, hasta la conformación de un progresismo más a la izquierda y alternativo.
c) La maduración de una corriente de carácter popular y revolucionaria que enfrente el escenario de frente, pero por fuera de la institucionalidad que la da sostén al orden dominante.
b) Un conflicto político por sobre el movimiento estudiantil: las maniobras concertacionistas y la respuesta oficialista.
Los poderosos han comenzado a re-tomar la iniciativa y han posicionado un conflicto político por fuera y por encima de la coyuntura estudiantil, abriendo otro escenario distinto, pero que se alimenta del movimiento. El ímpetu aún no se acaba y el desgaste aún no es un elemento sustancial, pero la coyuntura se ha trabado ante la cerrazón que infringe la correlación de fuerzas. El gobierno desvió la discusión al parlamento y aprovecho de re-direccionar nuevamente a los rectores y a otros actores hacia su campo institucional natural; por su parte la Concertación ordenó sus filas y vio en este fenómeno la oportunidad para montarse en escena y operar; por último el movimiento aún no logra totalmente unificar una dirección unitaria e identificable claramente, salvo por el aglutinamiento inter-gremial que existe en el llamado Gran Acuerdo Social, que no es más que el soporte social para la estrategia de la oposición oficial (Concertación + PC)
Si en un primer momento el gobierno intento utilizar al movimiento como masa de maniobra para insertar la reforma como capital político para Lavín, y luego la perdió (por la dinámica misma del movimiento y su crecimiento), hoy la Concertación intenta utilizar este mismo movimiento como masa de maniobra, en código de “movimiento ciudadano”, para inflingirle una serie de derrotas al gobierno y mostrar mediáticamente una suerte de in-gobernabilidad.
La arremetida concertacionista, con la venia material del PC y su mayor posibilidad para insertarse en el movimiento de masas, no es mero oportunismo, es parte de una estrategia doble, adecuada y pensada más allá de la respuesta rápida y unilateral al momento actual de la coyuntura:En primer lugar se debería ir cimentando el escenario político de un gobierno debilitado e incapaz de darle una sálida al conflicto, lo que debe ser acompañado de una movida que permita sellar al mismo modelo, generando una válvula de escape y oxigenación al descontento por medio de las mentadas “reformas políticas”, que por medio de cambios formales a la democracia capitalista actual no se toquen los elementos sustanciales del modelo de dominación. Podemos por tanto leer un diseño de oposición claro, por medio de la presión callejera (que no conduce la Concertación, pero que la aprovecha) para cimentar el camino a los años de elecciones venideros, y otro diseño, que no responde solo a la coyuntura y que estructura una especie de estrategia de defensa y re-acomodo del bloque político.
El oficialismo es capaz de leer esta serie de movidas por parte de la Concertación y comienza también a mover sus piezas. Primero es el aumento de las críticas a las incapacidades políticas del gobierno, luego el golpe blanco ejecutado por los coroneles de la UDI, y por último el desembarco de este partido en el gobierno. De esta forma el gobierno queda fortalecido políticamente para hacer frente directo al conflicto que comienza a abrirse por arriba y al mismo tiempo levanta una serie de movimientos específicos para proyectar la coyuntura electoral y la posibilidad real de ir construyendo una mayoría social y un proyecto real para gobernar; esto último dado principalmente por el escenario que puede construir la UDI como partido con una fuerte política de masas de carácter asistencialista.
El movimiento estudiantil y su proceso movilizador entra en una encrucijada importante, circunscribiéndose en un escenario político muy distinto al que veíamos hace unas semanas:
a) Si bien es cierto el ímpetu no es el mismo de hace dos semanas, el animo de los estudiantes no ha caído sustancialmente.
b) Se cierra la confrontación directa con el gobierno que permitió situarnos como un actor ante la pérdida de control e iniciativa del oficialismo, desviando el problema al parlamento y por tanto a la iniciativa total de los poderosos y sus maniobras específicas. ¿A quién se presiona ahora? ¿Y de qué forma? Se abre la posibilidad de una negociación con las fuerzas internas lo que nos deja como un actor secundario en torno a las movidas específicas del bloque dominante. Este es el movimiento al que está apostando el PC y la Concertación.
c) Hay otro cierre dado por que la movilización pasa a segundo plano ante el conflicto que se comenzará a estructurar de forma definitiva entre gobierno y oposición, en donde la “masa ciudadana” estará en disputa para darle fuerza a las posiciones en pugna.
d) Por medio de las reformas políticas se intentará descomprimir el conflicto, transformando las necesarias tareas democráticas, en una mera movida táctica para darle un mayor tiraje al orden social imperante. Pasan de ser demandas de cambio a demandas de conservación.
f) Por último, se han ido cimentando una serie de estrategias por parte del mismo movimiento para salir de este atolladero: a) negociación con el gobierno e impulso de un movimiento social amplio por la educación que de soporte y proyección, b) presión y negociación vía parlamento para generar cambios en el paquete de leyes enviados por el parlamento, c) una sálida alternativa por medio de una demanda política unificada en torno a un plebiscito, que permita generar iniciativa en la ciudadanía y proyectar articulación.
II. Proyectando el movimiento
Cómo dijimos anteriormente no solo hay terreno fértil para que este escenario lo aproveche el bloque político para resolver sus contradicciones coyunturales y sellarse una vez más, o para que surja una alternativa progresista que canalice el descontento por causes socialdemócratas de nuevo tipo. También hay una clara oportunidad para ir cimentando una estrategia y un proyecto de carácter revolucionario claro, que interprete el movimiento actual desde una visión distinta y con una proyección más allá del horizonte de lo posible.
a) A recuperar el escenario de confrontación
La coyuntura está claramente en un momento de inflexión, en una fase final de todo el proceso, en donde tiene un escenario adverso que se monta sobre sus capacidades y posibilidades y que le ha cerrado el paso a una sálida concreta a sus reivindicaciones. Pero a pesar de esto, lo acumulado coyunturalmente, la masividad que aún no se acaba y el animo movilizador de la masas, que no logra desgastarse totalmente, permiten visualizar salidas y proyecciones claras que no nos sitúen ni en un campo secundario de la lucha, a la espera de que los poderosos decidan, ni dentro de las maniobras tácticas del bloque concertacionista que utilizaran cualquier herramienta democratizante o “ciudadana” para posicionarse y darle salida al conflicto, a pesar de que ésta sea impulsada por el movimiento.
Hay que recuperar iniciativa y protagonismo y no relegarnos a ser un mero movimiento ciudadano que marcó un hito y que expresa los ánimos de reforma que el mismo bloque dominante nos instala.
Pero este escenario de confrontación no puede ser cualquier escenario, debe estructurarse en torno al movimiento estudiantil, no solo confrontado a la clase política, sino que al orden social en su conjunto, no solo tocando el consenso ya archi-conocido o los problemas de representatividad que son parte del ADN del sistema político, sino que generando una crítica a los problemas que se intentan ocultar por medio de las reformas políticas: el escenario debe devenir en conflicto material, una crítica radical a la explotación del pueblo trabajador. Y los estudiantes no somos ajenos a este conflicto; quizás la centralidad de la contradicción entre capital y trabajo no se expresa directamente en nuestra cotidianidad, pero si cierto elementos del proceso global de acumulación de capital y explotación, principalmente por medio de la expoliación a nuestras familias y nuestro endeudamiento como estudiantes, o por la mala calidad de la educación definida directamente por criterios de segmentación clasista en torno a la tan mentada diversificación de la oferta educativa. El modelo se reproduce en nuestras salas de estudio, por medio de la explotación vía endeudamiento, la reproducción de la desigualdad y su correlato en el mercado del trabajo. Hay que tenerlo claro: objetivamente la lucha estudiantil, ante la estructuración específica de la universidad neoliberal y su mercantilización, permite construir un movimiento de carácter clasista, es decir que se haga parte de los intereses de la mayoría explotada, y no solo de la mayoría ciudadana.
Pero este escenario de confrontación tiene dos niveles: a largo plazo necesita que nos proyectemos en un proceso de acumulación de fuerzas, aprendizaje e instalación de un análisis y un proyecto distinto que sitúen a la lucha de la educación como una lucha popular. Al corto plazo este escenario de confrontación debe hacerse real por medio de la ganada concreta de demandas que apunten a develar de algún modo estos elementos e impedir que el modelo se siga reproduciendo tal como está. Son demandas concretas que permitirán medir ganancias reivindicativas. Esta ganada concreta tiene también expresiones en nuestro accionar a nivel de universidad y facultad, principalmente porque el modelo educacional se reproduce en las diversos tipos de instituciones educacionales, incluso en las universidades estatales.
Volver a pelear por nuestras demandas, dejándolas claras en el discurso público, permitirá volver a posicionar un escenario favorable donde seamos protagonistas. Creemos que estas ganadas concretas son las siguientes:
- Eliminación del negocio vía financiera que abren los créditos bancarios con y sin aval estatal. Esto permitiría desalojar un sector que comienza a tomar dinamismo (principalmente durante los dos últimos años) en torno al manejo de las deudas de estudiantes y familias.
- Fortalecimiento del sector estatal de la educación. La única forma de ir atacando al mercado educativo (que no sea su eliminación inmediata) es ir dándole un mayor peso al sector estatal de la educación para transformarlo en la columna vertebral de un nuevo sistema nacional de educación superior. Esto iría mermando la capacidad del mercado y las posibilidades competitivas de los privados; esto lo que deberíamos proyectar hasta la eliminación total del mercado educacional. A esto hay que sumarle un aumento de matrículas sustancial que permita ir absorbiendo la demanda educativa, por medio de un acceso igualitario que socave la segmentación educativa. Este debería ser un sector estatal de carácter colaborativo y no solamente expresión de una mayor capacidad para competir en el mercado. Claramente esto significa un aumento sustancial del aporte estatal para la educación, canalizado principalmente en fortalecer el sector estatal.
b) Los límites tácticos y estratégicos de la institucionalidad dominante
Debemos dejar claro que nuestra valoración en torno a ciertas demandas y tareas democráticas necesarias esta totalmente determinada por la coyuntura, principalmente por el aprovechamiento de estas para intentar sacar totalmente al movimiento del escenario de confrontación y meterlo en los espacios en donde la clase dominante tiene un control absoluto: la institucionalidad dominante.
Por lo tanto, en términos generales, y en tanto signifiquen avances para la lucha popular (y no solo formalidades jurídicas), plebiscitos, referéndum y asambleas constituyentes tienen una valoración positiva mientras estén realmente determinados por el protagonismo y sustancial del pueblo trabajador y enmarcados y determinados por una estrategia de cambio revolucionario.
Dejando esto en claro, creemos que confiar en la institucionalidad dominante, por muy remozada que la podamos dejar, es caer directamente en el juego y la trampa que el bloque dominante nos tiende. Y esto lo deja claro el análisis público que hacen las fuerzas políticas que impulsan esta propuesta, que desde nuestro punto de vista tienen ciertas debilidades en el plano teórico y político del análisis.
Los argumentos a favor de la intervención por medio de una institucionalidad remozada se van construyendo de la siguiente manera:
a) El sistema democrático tiene ciertas debilidades en torno a la resolución de conflictos sociales, principalmente por carecer de herramientas que complemente la representativad de las instituciones políticas y la división de poderes.
b) Los ciudadanos pueden hacerse parte de los procesos de decisión social y política por medio de plebiscitos.
c) La superestructura político jurídica del capitalismo chileno imposibilita la transformación.
c) El plebiscito puede trizar o generar fisuras dentro de la institucionalidad.
d) El plebiscito puede abrir nuevos escenarios de lucha
En torno a estos elementos creemos que existen errores conceptuales importantes que pueden derivar en posiciones políticas erradas:
1) Se pone en el centro una problemática que no es central y que tiende a ser una obviedad. La democracia excluyente y es antipopular, no es solo una manifestación del período actual, sino que es parte de la definición misma de la democracia en el capitalismo. El problema por tanto no es la contradicción entre democracia y neoliberalismo (en donde existen claramente contradicciones pero que el mismo neoliberalismo puede resolver de forma “ciudadana”), sino más bien en las nuevas formas que toma la explotación del trabajo y que hoy comienzan a hacerse más patentes ante su maduración.
2) El sistema político es identificado como una herramienta neutral, donde los conflictos de poderes e intereses pueden dirimirse democráticamente. Los conflictos más que resueltos, son cooptados y procesados por el sistema político.
3) No se tiene en cuenta que el sistema político es contradictorio, que sus problemas de representación, canalización e inclusión a parte de representar ciertos problemas, al mismo tiempo son parte de su misma estructuración, y que en el desarrollo y devenir de sus propias contradicciones el propio sistema político puede ir generando reformas y re-configuraciones.
4) Dentro del concepto ciudadanía se encubren las diferencias de clases que estructuran la sociedad misma, sus contradicciones centrales y conflictos. Se habla de mayorías, pero situándolas en el mero campo de la política formal.
5) Al mismo tiempo se habla de la posibilidad de ser protagonistas en las decisiones, olvidando que el campo de decisiones en el marco capitalista no se toman necesariamente en la arena política formal, ya que están predefinidas por el poder económico. El partido ya esta arreglado antes de comenzar a jugarlo.
6) Se reduce la democracia a una actividad restringida a la institucionalidad formal y a sus ámbitos más procidimentales.
Pero las dudas más grandes quedan al descubierto en torno a los elementos más políticos del análisis:
1) Se subestiman las maniobras políticas de la Concertación, catalogándolas como mero oportunismo y por tanto aprovechables tácticamente, al generar un escenario favorable a los cambios democráticos. Esto imposibilita ver la manera en que el propio bloque dominante pretende cerrar el escenario y el rol que tienen las llamadas reformas democráticas. Por muy social y ciudadano que sean los plebiscitos no deja de enmarcarse en la estrategia que la propia Concertación puede aprovechar.
2) Se plantea una herramienta de empoderamiento, que no es tal o se circunscribe al mero empoderamiento formal dentro de la institucionalidad capitalista dominante, que de por si no empodera al pueblo trabajador, al menos que se aspire a integrarlo y domesticarlo.
3) Al plantear el paso de la movilización estudiantil hacia la construcción de una demanda política unificada, se pierde la centralidad de nuestra lucha y el escenario de confrontación de disuelve. Se llega a plantear que la gran demanda del movimiento debe ser esta reivindicación política más allá de las reivindicaciones específicas del movimiento.
4) Se plantea que el plebiscito abrirá un nuevo escenario político al ir socavando la institucionalidad que impide el despliegue de las mayorías. Pero no tienen en cuenta que las debilidades del movimiento popular no están dadas por los amarres jurídicos y democráticos, sino que por las condiciones mismas del movimiento y la capacidad del sistema de dominación en conjunto para desestructurarlo. Por lo tanto un nuevo escenario de luchas no se abrirá necesariamente aunque hagamos una serie de cambios democráticos a la constitución.
5) Una política que apuesta simplemente a la estructuración de una mayoría social en abstracto no puede estructurar un movimiento que sea antagónico al capitalismo, para eso necesario darle un nuevo sentido al movimiento estudiantil y apostar a la construcción a la clase popular como fuerza social.
c) Proyecciones estratégicas
Para evitar el atolladero al que nos conduciría una sálida institucional es necesario estructurar una estrategia que apunte a ir construyendo poder y soberanía del propio pueblo y los estudiantes, que no dependa de la iniciativa institucional.
- Un movimiento estudiantil de corte popular
Ir estructurando un movimiento que se haga parte de una disputa popular, que se presenta objetivamente en la constitución actual de la educación superior y el sujeto universitario. La Educación Superior lleva a sus aulas las consecuencias explotadoras del capitalismo, lo que hoy tiende a ser un elemento más visible debido a la maduración del modelo, pero aún no develado.
La trasnversalidad del movimiento estudiantil no se reduciría por tanto al mero pegoteo de organismos gremiales, sino que estaría expresado potencialmente en su misma constitución, lo que puede ser una herramienta para combatir los discursos dominantes que conciben a la educación como un bien de consumo o como una mera esfera de ascenso individual.
El movimiento estudiantil por tanto no será solamente fuerza auxiliar del pueblo trabajador, sino que será parte desde este mismo movimiento, o de la constitución social y política del movimiento popular.
- Una estrategia anticapitalista
No nos conformamos con criticar la democracia, porque entendemos que hoy no es el problema. Nuestra lucha se proyecta hacia una crítica del capitalismo en su conjunto como orden social de explotación y despojo. Esa es la conciencia que queremos ir forjando al movimiento estudiantil y que lo proyecte como real fuerza antagónica. Esto involucra necesariamente estructurar una crítica radical y profunda a los cimientos de la explotación capitalista y no reducirnos a construir meros ordenes post-neoliberales y neo-desarrollistas.
Nuestra apuesta es la construcción de una nueva sociedad.
- Una estrategia de Poder popular
Esta estrategia de poder tiene una manifestación concreta que podemos ir cimentando hoy en día y que tiene como principio básico no confiar en la institucionalidad dominante, pero sin quedarnos en la vereda de al frente, sino que enfrentar al enemigo en que los espacios donde las contradicciones se desenvuelven.
Esto se manifiesta en la necesidad de ir apropiándonos de la capacidad y la gestión de las decisiones políticas en nuestros espacios inmediatos, e ir construyendo poder en estos lugares para acumular y proyectar luchas futuras.
Esto significa también no confiar en las maniobras del bloque político y su institucionalidad, sino que generar escenarios de enfrentamiento directos donde podamos desplegar nuestra fuerza independiente de los intereses políticos dominantes. Debemos ir sacándole ganadas al modelo, sin que este se fortalezca con ellas, pero al mismo tiempo debemos ir construyendo nuestro propio poder que en un futuro estratégico puede enfrentarse al poder instalado, institucional y dominante.
d) ¿Cómo enfrentar el escenario actual mirándolo estratégicamente?
El primer elemento es reposicionar el escenario de enfrentamiento que permita volver a ser actores protagónicos teniendo ganadas concretas, enfocadas a limitar y coartar el negocio educativo e imposibilitando que el sistema se reproduzca tal como lo ha hecho hasta hoy. Como ya lo dijimos esto significa un apuntalamiento a la mercantilización en demandas concretas como: Fin al negocio bancario y fortalecimiento sustancial del sector estatal principalmente.
Un segundo elemento tiene que ver con la estructuración de un proyecto educativo que ponga como centro una educación gratuita, estatal y de calidad, en donde el conocimiento sea apropiado socialmente y este al servicio de un desarrollo social justo e igualitario. Este elemento puede comenzar a ser trabajado por los mismos actores desde hoy, que permita generar una plataforma de lucha para darle una dirección clara al movimiento, más allá de los petitorios coyunturales.
Un tercer elemento es ir avanzando en alianzas reales con otros sectores de la educación superior. Espacios de articulación que no sean solo coyunturales, que se conciban como meras herramientas para ir desgastando a las direcciones oficiales.
Un cuarto elemento es ir consolidando los avances organizativos que se han ido generando en los diversos espacios locales que permitan ir fortaleciendo la capacidad para generar mayores procesos de participación y activación del estudiantado. Estas organizaciones deben ser dotadas de elementos políticos en pos de la construcción de un movimiento estudiantil antagónico.
Saludos compañerxs!
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